domingo, 8 de agosto de 2021

Debemos ser prudentes


  

Mt 25,1-13

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: ‘El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora’”.

 

 

COMENTARIO

 

Cuando el Hijo de Dios habla a los que le escuchan lo hace de forma que pueda ser entendido pues, de otra forma, su misión no hubiera podido cumplirla con demasiada eficacia. Y hace uso de parábolas que resultan más comprensibles haciendo uso de costumbres y de comportamientos tradicionales del mundo judío.

 

Hay quien cree que, a lo mejor, a la hora de salvarse para siempre, para la vida eterna, le será suficiente con arrepentirse de lo mal hecho en el justo momento de morirse como si no importase nada lo hecho con anterioridad. Lo que pasa es que no se suele saber cuál es tal momento y, a lo mejor, al llegar al mismo no estamos, siquiera, para darnos cuenta de lo que importa.

 

Hay quien, sin embargo, sabe que llegado el momento de la muerte es necesario estar preparado pues, de lo contrario, le espera una vida futura más que peliaguda. Por eso, como las vírgenes sensatas o prudentes, preparan su alma para tal momento sabiendo que, cuando llegue, podría ser demasiado tarde.

 

JESÚS,  ayúdanos a prepararnos para cuando nos llame a su Tribunal tu Padre del Cielo.

 

  

Eleuterio Fernández Guzmán

 

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