jueves, 5 de diciembre de 2024

Lolo, así, en esencia




Es casi seguro que cuando esto sea publicado muchas personas que se lo lleven a los ojos y al corazón sepan de la persona, un verdadero influencer (hablando en moderno) del espíritu y de la fe católica, a la que nos referimos. Y es que no es otro que quien en vida era llamado Manuel Lozano Garrido y luego, con el paso del tiempo, alcanzó el Cielo siendo agradecida su vida con el título, por decirlo así, de Beato de la Iglesia Católica. Y sí, nos referimos a Lolo, así conocido por sus amigos, los que le conocieron en vida y los que le hemos conocido después de que fuera llamado a la Casa del Padre un 3 de noviembre de 1971 que es el mismo día, en cuanto a mes y número, que también celebramos a San Martín de Porres que fue otro católico que, limpiando con su escoba, supo mostrar a lo que se puede llegar.

Pues bien, hablar de Lolo es lo mismo que hacerlo de alguien que diera la impresión de que conoces de toda la vida. Y es que se hace de querer quien entregó su existencia a mostrar y demostrar que es posible sufrir, padecer hasta la extenuación y demás cosas del cuerpo sin venirse abajo y, además, obteniendo grandes frutos espirituales.

La existencia física de Lolo no fue buena. Y eso lo dice él mismo en los libros que dejó escritos en forma de diarios entre los que se encuentra, por ejemplo, Dios habla todos los días donde, en un momento determinado, escribe esto:

Mi ficha podría ser ésta:

Treinta y nueve años. Soltero y andaluz. Maestro. Inválido desde hace casi dieciocho años. Reumatismo.

La vida mía está circunscrita a una habitación, con apenas una salida anual. Mi cuarto es dormitorio, sala de estar y lugar de trabajo al propio tiempo. Creo que, de un modo o de otro, hago algo. Todos los días dedico unas horas a rellenar cuartillas. Como ya no puedo por mí mismo, ahora, casi siempre, dicto”.

Era, entonces, abril, en concreto el día 4 del año, creemos, 1960 pues el imprimatur del libro, segunda edición, que tenemos entre las manos ahora mismo, es de 9 de junio de 1961 y este diario ocupa los meses que van desde abril hasta diciembre y, además, habiendo comenzado su enfermedad en el año 1942 y si sumamos 18, como dice en el texto citado supra… eso, nos sale tal año: 1960.

Podemos ver aquí mismo las circunstancias de la vida de un santo: físicamente muy disminuido (en otro libro, en concreto El sillón de ruedas, el primero que publicó, tituló el capítulo III “Profesión, inválido”), con unos medios más que escasos no sólo para vivir sino para desarrollar su profesión que no fue otra que, vocacionalmente, la de periodista y, en fin, con una voluntad a prueba de todo pues, por aquel entonces, ya se ve obligado a dictar porque no puede escribir por sí mismo…

Alguien así ha de ser algo más que un hombre. Y sí, lo es, en efecto, aunque no lo sea. Y es que en su naturaleza humana se le adhirió, como una lapa, una voluntad de querer cumplir la que es de Dios a pesar de sus malas circunstancias físicas. Y con eso pudo dar a entender que es posible “sobrenadar” (una palabra que utiliza mucho en sus escritos) el sufrimiento y darse cuenta de que también puede ser considerado un don de Dios si se es capaz de sobrenaturalizarlo…

Manuel Lozano Garrido es un verdadero campeón de la fe, un gigante como otros tantos que ha habido a lo largo de la historia de la salvación y que el Padre Dios suscita entre sus hijos para que nos demos cuenta de que hay cosas que no son imposibles aunque, por flaqueza espiritual, a la gran mayoría de creyentes nos puedan parecer cosas de otro mundo. Y es que sí, en verdad, son cosas de otro mundo, el Cielo, pero en éste.

Y Lolo demostró que se podía decir mucho con pocas palabras. Y a eso nos vamos a dedicar en lo sucesivo... si Dios quiere.


Beato Lolo, ruega por nosotros.


Eleuterio Fernández Guzmán


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