Estamos más que seguros que algún lector estará pensando, nomás ver el título del artículo, que sin duda nos hemos equivocado. Y es que nuestro amigo común, el Beato Manuel Lozano Garrido, a la sazón Lolo, no murió producto de haber sido martirizado ni nada por estilo sino que lo que le pasó fue que, luego de padecer mucho a lo largo de los años Dios quiso llevárselo a su Casa donde seguros estamos de que está.
Y eso es más que cierto pero…
Cualquier creyente católico sabe que la palabra mártir quiere decir, en general, “testigo”. Y es que se entiende que da testimonio de una fe acendrada y bien asentada en el corazón quien, encontrándose ante una situación en la que su vida pende menos que de un hilo, es capaz de perdonar a quien corta ese hilo…
Y esto también es verdad pero…
Por otra parte, es seguro que siempre se tenga en la mente y en el corazón que los mártires, a lo largo de los siglos, han dado, literalmente, su sangre por la fe que tenían (pues haciendo lo que hacían demostraban que la tenían)
Y también eso es verdad pero…
Como vemos, tenemos unos cuantos “peros” que suelen ser los que abonan el campo de las ideas para sembrar otras posibilidades que van más allá de lo que hay antes de los “peros”.
Esto lo decimos porque nosotros creemos que Lolo fue un mártir en el sentido esencial de lo que eso significa y que, como decimos arriba, tiene no poco sino todo que ver con la palabra “testigo”.
En efecto, Manuel Lozano Garrido fue testigo (y, por tanto, mártir no tan incruento como se pueda pensar…)
- Dando testimonio de la creencia en Dios Todopoderoso,
- Dando testimonio del Amor que Dios quiere para sus hijos y entre ellos,
- Dando testimonio de una devoción especial por todo lo religioso católico,
- Dando testimonio de cómo es posible soportar, por fe, el sufrimiento,
- Dando testimonio de la bondad de Dios al entregarle una serie de dones que hizo rendir al, y más, del 100% como dice la Parábola del Sembrador,
- Dando testimonio, y siendo ejemplo perfecto, de hasta dónde se puede llegar aceptando lo que a uno le viene en la vida,
- Dando testimonio de ser capaz de sobrenaturalizar el sufrimiento,
- Dando testimonio de una perfecta unidad de vida,
- Dando testimonio…
En fin… como vemos, es posible seguir con esta relación de realidades como una catedral de grandes, acerca de que nuestro Lolo seguramente no dio su vida como los mártires, digamos, ordinarios (con ser extraordinarios) pero lo hizo a su modo y es un modo que, además, nos puede servir de buen ejemplo a seguir. Y eso, se diga lo que se diga, es algo más que provechoso para su prójimo.
Pero es que, incluso en lo dar su “sangre” también Lolo se distinguió pues ¿es que no es dar la sangre que uno tiene, la vida que le corre por las venas, la entrega a su prójimo con todas sus consecuencias entre las cuales se encuentra el dolor y el sufrimiento?
Pues eso, que el Beato Lolo, creemos nosotros humildemente y aquí lo decimos, fue mártir y, por tanto, testigo de Dios en el mundo. Y es otra razón más para dar gracias al Creador por ser capaz de suscitar entre sus hijos a lo que muestran las amplias posibilidades que hay de dar testimonio de la fe que se tiene.
Eleuterio Fernández Guzmán
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